viernes, 25 de junio de 2010

Comidas que engordan: Las bebidas alcohólicas

Este siempre es un tema impopular. Sobretodo porque a la gente no le gusta oír que debería dejar de consumir un producto que le encanta. Especialmente atendiendo a su efecto anímico, a todos los informes y estudios médicos contradictorios y toda la presión de ciertos lobbies.

El poder de los lobbies siempre es muy intenso. Por ejemplo, cada cierto tiempo se publican en la prensa y en las noticias de la televisión los mismos informes sobre lo buena para la salud que es una bebida alcohólica. Si tan bueno es el vino para el corazón, ¿por qué no lo usan como publicidad directa en sus campañas y sus botellas? La respuesta es sencilla, porque las autoridades sanitarias les obligarían a acompañar la botella con un libreto explicando bajo que condiciones y en que medidas esa afirmación es cierta. Los especialistas le dan esa información a los medios, pero estos siempre descartan ese tipo de información "técnica" por no interesarle a nadie. Después de todo, no hay que dejar que la verdad te estropee una buena noticia.


Dejando a un lado los conflictos éticos de algunos grupos, si lo que buscas es salud, perder peso o ganar músculo, el alcohol es algo que debes evitar siempre que se pueda. ¿Por qué?

El alcohol se metaboliza de forma muy distinta al resto de "alimentos" que tomamos. No podemos usar las reglas de juego habituales, ni contar calorías de la misma forma. Normalmente, nuestro cuerpo adquiere calorías de las grasas, proteínas y carbohidratos, tras digerir en el estómago la comida que tomamos. Sin embargo, el alcohol tiene un pase privilegiado para ignorar todo ese proceso.

Las moléculas de alcohol atraviesan los muros del estómago nada más llegar, y así llegan al cerebro y el hígado en minutos. Esta absorción se ralentiza cuando hay comida en el estómago, por eso los efectos del alcohol te afectan más con el estómago vacío. En los intestinos, el alcohol y su pase prioritario bloquea la absorción de vitaminas A, D, K y E.

Cuando el alcohol llega al hígado, de nuevo recibe la máxima prioridad. Una pequeña parte del alcohol se almacena en forma de grasas (una cantidad casi despreciable), mientras que el resto se transforma en acetato.

La peor parte de todo esto, es que de nuevo el acetato toma prioridad frente al resto de fuentes de energía, bloqueando la quema de grasa. El alcohol es una sustancia muy calórica (7 Kcal por gramo frente a las 9 Kcal de la grasa o las 4 Kcal de la proteína o los carbohidratos), por lo que cualquier dosis mínima de alcohol puede bloquear la quema de grasa durante horas.

Si tomamos el alcohol junto con una comida, la situación es más grave aun. Cierto que los efectos del alcohol sobre la mente son menores, pero la prioridad del alcohol en todo el sistema digestivo, lleva a que todas las grasas dietéticas y carbohidratos que tomamos, sean convertidos en reservas grasas. El alcohol tiene también la capacidad de aumentar nuestra hambre, por lo que al beber durante las comidas, aumentamos la cantidad de alimento consumido, y por tanto, la cantidad de nueva grasa en nuestro organismo.

Todos conocemos gente que bebe mucho y no engorda, mientras que otros tienen la característica "barriga cervecera". Esto tiene su explicación. El alcohol suele dar más hambre cuando se toma en las comidas y por lo tanto engorda con más facilidad. Sin embargo, también es una gran fuente de calorías, por lo que es normal que un bebedor habitual que consume grandes cantidades, sustituya parte de sus comidas por alcohol. Eso les lleva a la larga a perder peso.

Otro efecto negativo del alcohol es la forma en que afecta a la testosterona. El alcohol eleva los niveles de cortisol, la hormona encargada de la destrucción muscular. Por supuesto, beber alcohol antes del ejercicio empeora los efectos y aumenta la destrucción muscular.

Entonces, hay gente que pierde peso bebiendo alcohol, porque no solo sustituyen comidas y nutrientes por sus calorías vacías, sino que además destruyen músculo. Desde el primer día he repetido que destruir músculo es justo lo que se debe evitar para perder peso de forma sana, que lo que tenemos que perder es grasa. No es una forma "sana" de perder peso, no solo por la pérdida de músculo, sino porque además el consumo de alcohol debe ser elevado, con todas las consecuencias negativas que eso conlleva para el cuerpo y en especial para el hígado.

Al resto de gente, el alcohol les engorda, aunque a menudo no lo noten (pierden músculo y ganan grasas, pero el peso no tiene porque variar).

¿Por qué debe evitar el alcohol quien sigue una dieta?
Su capacidad para aumentar la grasa corporal y destruir músculo debería ser suficiente razón. Sin embargo, el alcohol es tan adictivo, que a menudo se necesitan más motivos.

El alcohol tiene un conocido efecto inhibidor, que es precisamente el motivo por el que los jóvenes lo consumen. Precisamente este inhibición facilita el que nos saltemos la dieta y socava  nuestra fuerza de voluntad. Como ya he dicho, al consumirlo mientras se come, también contribuye a darnos más hambre y que comamos aun más sin darnos cuenta.

Otro argumento de peso son sus calorías vacías. El alcohol nos proporciona muchas calorías vacías sin ningún nutriente (en el mejor de los casos algunos carbohidratos que pasarán a convertirse en grasa dentro del cuerpo). Al estar a dieta, corremos la tentación de pensar en destinar parte de las calorías que podemos tomar al día al consumo de alcohol. Sin embargo, el descenso calórico ya nos lleva a reducir el aporte de nutrientes y poner nuestro cuerpo al límite. ¿Estás dispuesto a llevarlo aun más al límite forzando el hígado, los riñones y reduciendo aun más el aporte de macronutrientes?

El alcohol también afecta a la recuperación durante el sueño. Es cierto que puede producir somnolencia, pero ese sueño no es reparador, y tus músculos no lo aprovechan para regenerarse. Si haces ejercicio intenso, de nuevo es un estado que debes evitar a toda costa. Los músculos crecen y se regeneran al dormir, por lo que al juntar ejercicio y alcohol solo contribuyes a aumentar la degeneración muscular.

Por último, el alcohol es diurético lo que causa una mayor pérdida de líquidos y minerales, como magnesio, calcio o zinc. Estos minerales son fundamentales para mantener el balance de fluidos en nuestro organismo y en especial la recuperación muscular. Si no haces ejercicio, puede que te de igual. Pero si haces ejercicio, esta deshidratación y pérdida de minerales es especialmente dañina. Tendrás más agujetas y mayores probabilidades de sufrir una lesión.

Conclusión
No bebo alcohol, ni siquiera de forma ocasional. No me gusta ni lo disfruto. Su consumo está en la mano de cada uno, sin embargo, las escasas horas de diversión que puede aportar, no compensan la pérdida de salud. Desde mi punto de vista, se paga bien caro en todos los sentidos, aunque al final cada uno decide.

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